[Esta es una traducción/adaptación del original que escribí en inglés]
Después de cada ataque de un miembro de la religión que no debe ser nombrada, el mismo ritual ocurre, el juego de la apología: culpa a cualquier cosa excepto el propio asesino. O, como mínimo, deberías reducir su importancia.
Eso únicamente ocurre con tal religión o con movimientos que están considerados como oprimidos, discriminados o “marginalizados” de algún modo. Es ciertamente curioso describir a alguien con el poder para asesinar cientos de personas, y asustar a un superpoder para que se rinda cultural, política y militarmente, como “sin poder” u “oprimido” pero no soy progre, así que quizás no lo entiendo.
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