Analogías de Cataluña con Brexit.

Lo que diré ahora no es muy popular, pero eso ya es habitual en mí, así que qué más da.

Borrell hizo un excelente ejercicio de paciencia y conocimiento el otro día, pero hubo algo que dijo que me resquemó. Fue en el tema de la Unión Europea y del Brexit.

 Me refiero a que Borrell dijo que los argumentos del nacionalismo son similares a los de los partidarios del Brexit. Algunos lo son, pero fijáos en que no añadió más, que el simple hecho de verse asociado con el Brexit ya se presume como algo moralmente deleznable, una especie de leprosidad política que no merece mayor precisión.

En Cataluña, los contrarios al nacionalismo tienen un reflejo europeísta automático que explica por qué lo de Borrell se tomó como argumento válido y Junqueras se vio obligado a defender su estatus cosmopolita. Básicamente, uno tiene que ser pro-europeo si quiere criticar al nacionalismo catalán, pues lo contrario es ser facha. La gente no es consciente, pero eso es una consecuencia de la hegemonía nacionalista y de ese argumento que suelen utilizar “Si no eres nacionalista catalán es que eres nacionalista español.” Por lo tanto, para sacarse de encima la plaga del nacionalismo, uno debe ser lo más internacionalista que pueda.

Hay varios problemas con todo eso, el más evidente es que se están comparando peras con tocinos. El Brexit es un movimiento para recuperar lo que hasta hace pocos años había sido la normalidad constitucional de su país durante siglos. El nacionalismo catalán dice querer hacer eso, pero eso no es más que una mitología que únicamente existe en sus cabezas.

Olvidamos muy rápidamente que el proyecto Europeo es algo de hace muy poco, un movimiento de las élites que deja el Prosés como extremadamente democrático (¿cuántas manifestaciones masivas Pro-Europeas conocéis?) Se olvida igualmente que el proyecto Europeo ha sobrepasado los límites de lo que en un principio se dijo que pretendía hacer (“sólo es una unión económica.”)

En cuestión económica, tampoco hay comparación. “Vivimos en un mundo globalizado” se repite. Cierto, pero eso se dice como si hace 20 años la economía no fuera ya globalizada, como si lo hubiera inventado el euro. Además, la analogía de Cataluña-España como UK-Europa no se sostiene por el simple hecho de que la densidad y fortaleza de las conexiones entre un caso y otro no son comparables. Económicamente hablando, Cataluña no está “unida” a España, ES España. Culturalmente (lo que los catalanes consumen en relación a entretenimiento y cultura) Cataluña ES España. Lo que aparece en los periódicos y televisores de un sitio aparece en los del otro, y viceversa.  Demográficamente, Cataluña ES España. Etc.

Ahora bien, lo mismo no ocurre con UK-Europa. El Reino Unido está Unido a Europa, sí. Pero es una unión, no una fusión. Y es una unión que ha existido durante mucho tiempo. El Proyecto Europeo no creó esa unión, pues ya estaba allí. Y que el Reino Unido se queje de que envía dinero a Europa no es una muestra de egoísmo (o no sólo eso), es una muestra de que se acuerdan de que hace pocos años no hacían tal cosa y ahora creen que el negocio les ha salido mal.

[Como nota rápida añadir que la UE no está para evitar ninguna Guerra Mundial. Eso lo ha conseguido la OTAN y EEUU sin que nadie les ayudara.]

Una vez dicho lo obvio, toca algo más sutil y que sé que ofenderá o sorprenderá, pero intentaré justificarlo. El Procés se parece más al Proyecto Europeo que al Brexit.

(1) Desde un punto de vista del origen de los procesos, ambos (el catalán y el europep) son de arriba abajo, aunque el proyecto Europeo es extremadamente jerárquico. Elitista, más bien.

(2) Ambos tienen una peculiar visión de la democracia. Básicamente, que se vota lo nuestro o nada.  Leed estas frases de Junker: “Sí sale que Sí [A la Unión Europea] diremos ‘adelante’ y si sale que no diremos ‘pues continuamos’” ¿A quién recuerda esa curiosa visión de la democracia participativa? De hecho, cuando el proyecto Europeo ha flaqueado (Irlanda o el proyecto de Constitución Europea) el camino habitual ha sido conseguir lo mismo pero usando otros caminos.

(3) Ambos se presumen como lo moralmente obvio. Oponerte al Procés es de anticuados y fachas. Oponerte a Europa es de racistas, posibles nazis y de gente que quiere otra guerra mundial. Por ello se argumenta que las quejas sobre el dinero que va Europa son análogas a las quejas de los nacionalistas, porque el proyecto europeo es tan “obvio” que ya se actúa como si estuviera acabado y en marcha. ¿No es eso parecido a la política nacionalista de actuar y argumentar como si Cataluña ya fuera independiente?

(4) En ambos, el entramado mediático mainstream les apoya. Eso está claro en El Procés, pero menos en el caso Europeo pues, efectivamente, para mucha gente es “evidente” que Europa es algo necesario y más allá de toda duda.

(5) Tanto el Procés como el Proyecto Europeo se entienden a si mismos como “estando en lado correcto de la Historia y del Progreso.” No acaban de entender que haya alguien que se oponga a ellos.

(6) En ambos casos los oponentes son clasificados como un grupo de personas a priori sospechoso y de moralidad dudosa. Ser “euro-escéptico” es, debido a todas las asociaciones que lleva el término, básicamente un insulto. La gente no es consciente de que casi toda la legitimidad pública del Proyecto Europeo se mantiene por la imagen de que sus oponentes tienen que ser como Atila el Huno y Hitler.

“Si algo ha puesto aterradoramente de manifiesto la dura campaña del Brexit es que ni siquiera una democracia tan arraigada como la británica está a salvo del auge de la extrema derecha, de la xenofobia y el odio, de la violencia como argumento político último.”

Fuente

¿Tiene el Brexit similitudes con los aspectos más feos del Procés? Seguramente, pero aquí nadie está tan limpio como quiere parecer. Además, como he explicado al principio, no hay punto de comparación entre que un país soberano desee salir de una unión supraestatal y el nation-building del Procés. Lo que me lleva al punto final.

(7) En ambos casos el proceso es un verbo, es algo que se hace haciendo. El Proyecto Europeo es un ejemplo de construcción de nación (una nación un poco peculiar, pero nación en cualquier caso,) de arriba a abajo, como también el Procés está bien preocupado en construir su imaginario colectivo y su nación ideal.

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