No habrá frustración.

He estado un poco ausente. Cosas de mudanza, gripes y, bueno, que no tenía mucho que decir. Pero hay algo que siempre he querido escribir, así que aquí va:

Algo muy repetido, si bien no comentado o explicado, en el proceso independentista catalán es la cuestión de la “frustración.” El concepto es usado por alguien contrario a la independencia, normalmente un político del Partido Popular o Ciudadanos, aunque también lo he visto salir de la boca de otros. Naturalmente los periodistas cercanos a las ideas de esos partidos también repiten la idea: que el proceso catalán creará frustración, y que no sabrán cómo controlarla o “canalizarla.”

Si la definición de frustración es como sinónimo de cabreo o simple decepción, no hay misterior en ello, y tienen razón, pero eso sería aplicable a casi cualquier movimiento político. No puedes querer mover los fundamentos de una sociedad y esperar que no haya, como mínimo, molestias. Pero no es esa la idea del concepto de frustración. No, la idea es que el proceso independentista fracasará, y que eso “frustrará” (y enfadará) a la población, pues se les ha engañado, diciéndoles que será fácil, que se conseguirá la independencia, etc. En cierto sentido, el político advierte al otro bando de que su base social se frustrará y se volverá en su contra. Esa última parte no se suele decir, pero parece estar implícita, pues el político del PP (por ejemplo) suele pronunciar la advertencia dirigida al independentista, con la idea de “vigila lo que os va a pasar.”

Creo que hay dos problemas graves con esa idea: (1) que no es cierto, no habrá (tanta) frustración y (2) que el mismo concepto de frustración, como mínimo tal y como es usado aquí, no tiene mucho sentido. Primero, dudo que haya mucha frustración y, segundo, el error de los contrarios a la independencia ha sido creer que son los independentistas los que tiene que temer la frustración.

Antes de todo hay que explicar la emoción que se esconde detrás del concepto de “frustración.” Frustración es decepción por no poder conseguir o proseguir con algo, junto atribución de culpabilidad y percepción/sensación de no poder solucionarlo. Lo de “no conseguir algo” es más bien tirando a deseos simples o apreaciacioines generales, no tanto como a acciones complejas pero concretas (uno no se frustra por no haber cocinado bien una tortilla de patatas, uno se frustra por que el horno no se enciende o porque cree, en general, que nunca será un cocinero bueno y siempre las tortillas le salen mal.) No es simple decepción al no conseguir algo, pues esa es una emoción más cercana a una tristeza suave. Está más cerca de la rabia, que sería decepción + atribución algo ambigua de culpabilidad, entre externa e interna (si bien esa última se suprime un poco.) Pero aparte de eso, tiene un toque neurótico y ansioso, posiblemente causado por esa percepción de que no hay manera de solucionar el problema. De hecho, si buscas “frustration” por google/images verás que la emoción expresada es lo que acabo de explicar. Es más, bastante imágenes son de alguien frustrado con un ordenador, que es un ejemplo perfecto del tipo de frustración explicado arriba: El ordenador no hace lo que le dices, tú SABES lo que quieres hacer y conseguir pero es la máquina estúpida la que no lo hace, y encima no sabes cómo arreglarlo, y si lo intentas aún es peor. En el fondo de tu mente puedes ser consciente que es porque no sabes cómo usarla la máquina, pero no quieres admitir eso, así que esa atribución interna desaparece bajo el peso del cabreo que te provoca el trasto. Por lo tanto:

StressAndFrustration.jpg

El grado de furia, atribución de la culpa, propensión a la ansiedad y otras cosas determinarán la clase de “frustración” o respuesta. Si uno es propenso a echarse las culpas por todo, la persona tirará más bien a la tristeza o depresión, pero si se es de eso que culpan al mundo de todo, pues lo seguirá haciendo, y la frustración se parecerá más a la estereotípica imagen de arriba. Si además uno es muy “cerebral” e ideológico, crerá una gigantesca explicación de por qué las cosas no funcionan, una que siempre le exculpará, por supuesto.

Dicho todo esto, ¿qué clase de reacción tendrá parte de la sociedad catalana cuando no consiga su deseo prometido? Personalmente, no creo que habrá mucho frustrado pues mucha gente ha abrazado el independentismo de forma alegre y sin pensarlo mucho. Era, en cierto modo, el camino fácil, y frustrarse es en realidad un esfuerzo considerable. Sospecho que la mayoría sencillamente quitarán la esteleda del balcón, harán ver que nunca fueron tan independentistas, y dejarán de hablar tanto del tema. ¿Por qué? Pues porque es más fácil que admitir que uno se excitó demasiado o, peor, que fue engañado. El silencio y la negación son preferibles, y estoy seguro que en los próximo años veremos a más de un tertualiano o previamente excitado individuo diciendo cosas como “¿Yo? No, yo jamás dije eso…” Lo contrario, rebuscar en uno mismo para llegar a conclusiones desagradables duele demasiado para algo que, de todos modos, para muchos nunca llegó a ser TAN importante. La frivolidad y espíritu de carnaval han sido una constante en el procés (lo cual tiene sus cosas buenas.)

Ah, ¿pero que hay de aquellos para quines el proceso sí fue importante, es decir, los nacionalistas de fuego en el pecho, épica en la mente, y CNI en todos lados? Bueno, la frustración peligrosa (para los demás) es la rabiosa y, para decir la verdad, esa gente siempre ha estado rabiosa. Se oculta detrás de la ilusión revolucionaria, pero la rabia y el odio son consecuencias inevitables de creer que la historia, la sociedad en la que vives, y tu identidad es la víctima de una opresión de siglos, o que tu cultura está al borde de la extinción. Nadie puede creer eso y tener a la vez la paz interior de Budha.

El proceso sí creará frustración en algunos, pues: (1) Hay un deseo, (2) no se conseguirá, (3) y la decepción se percibe como chocar contra un muro, como algo que no hay manera de arreglar, como un frustración de tu misma voluntad. Ahora bien, ¿y el punto cuarto? Y la “atribución de culpabilidad”? ¿A quién se le echará la culpa? Al fin y al cabo, no hay frustración rabiosa y neurótica si no hay señalamiento de dedo. Seamos sinceros, se lleva años culpando a Madrid por casi todo, así que es obvio a quién se culpará de la decepción.

Ese es mi problema con el concepto de la frustración colectiva tal y como se ha usado en los últimos años, como si el que fuera a recibir los palos fueran los independentistas. Si algo ha demostrado el nacionalismo es que puede decir A y su contrario a la vez, y aún así no pierde muchos seguidores. Reescribir el presente para echarle la culpa, de nuevo, a España  no será difícil. En conclusión:

(1) Mucha gente no se frustrará, sencillamente preferirán el silencio, la negación, o saltar a otro movimiento ilusionante como substituto (Colau, Podemos, lo que sea.) Incluso los que dejen de ser independentistas creo que preferirán ese camino, el de hacer el salto en silencio. Si bien hay conversos rabiosos, esos son una minoría (aunque ruidosa y a veces poderosa.)

(2) Los frustrados sencillamente ya lo están, pues su universo mental ya es uno de impotencia y frustración, de que “no nos dejan ser lo que somos,” así que la nueva fase solo les empeorará. Algunos quizás se volverán contra los suyos y abrazarán a los más radicales (#LópezTenaTeniaRaó o also así) pero sospecho que la mayoría seguirá el guión y seguirá culpando a Madrid, y si encima alguien frustrado se pone agresivo o violento, culparán a Madrid de ello (“Eso lo podríais haber evitado.”) En otras palabras, quizás menos número absoluto de independentistas (o de muestras de fe pública,) pero nacionalismo seguirá vivo, y en algunos sectores aún más desquiciado por la incapacidad de admitir errores propios + decepción + cosmovisión ya bastante paranoica. Esa es mi profecía que, en cualquier caso, admito que depende de cómo salgan algunas cosas en Madrid con los posibles cambios de Gobierno y esas cosas.

 

 

 

 

 

3 thoughts on “No habrá frustración.

  1. Juanmari

    Excelente prospección de la taxonomía del post proceso. Tal vez falte un tipo más, aquellos para los que el proceso no termina, tan solo se transforma en una nueva muestra de astucia. Después de todo, algunos han comulgado con ruedas de molino (full de Ruta) con el compromiso y durante el tiempo suficiente como para tragar cualquier cosa. La ilusión es un emoción muy poderosa.
    Otra variable a añadir, y aquí reconozco la influencia del post plan Ibarretxe o sea que va con pinzas, es la influencia de las élites políticas catalanas. Más claro, ¿qué necesita CDC para mantener poder? Si el proceso fuera de abajo arriba podríamos descartarlo pero si fue el giro independentista de CDC lo que ha posibilitado el proceso, el relato que fijen ellos será el dominante. En sociedades tan plurales como la catalana ocupar la centralidad da un bonus en votos si no hay una polarización artificial. Que CDC quiera copiar el modelo de la bicefalia del PNV creo que da pistas. Gestión en el gobierno y lo que haga falta en el partido.

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    1. emperorponders

      Por supuesto, que el proceso nunca acaba se da por sentado. El proceso se procesa procesando el proceso, que es un proceso en sí mismo.

      Me olvidaba: Procesante no hay proceso, se hace el proceso al procesar.

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  2. Pingback: ¿Qué ha conseguido el Procés™? – The Frisky Pagan

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