Otra víctima del terror a dos ruedas. A veces me da por pensar que esas cosas tienen mente propia y sed de sangre.
Ayer mismo casi me como el manillar de uno de esos trastos al entrar en el supermercado. Sí, al entrar. La cosa, impulsada por algún odio ultraterreno contra todo ser humano, bajaba por la rampa del super. Llego a entrar un segundo más tarde y al doblar la esquina se me abalanza encima y me la como.
Lo de Barcelona con las bicis no es normal. Conozco a una persona que casi le abren la cara (la cicratriz que quedó fue importante) por una bici, a mí me han pasado rozando varias veces, como si fueran las motos speeder del Retorno del Jedi, esquivando árboles. Y por detrás, lo que quiere decir que si en un momento hubiera dado un paso en falso hacia un lado, inconsciente del horror biciclítico que se me acercaba por detrás, habría acabado con una rueda incustrada en la rabadilla. Creo que no conozco a nadie que no haya tenido un encontranazo o roce muy próximo con una bicileta homicida.
¿Y lo peor de todo? Que son completamente inútiles. Puedo aceptar que un día acabe muerto, atropellado por un camión que tranportaba nabos de Soria o mercancía caída de un carguero chino, ese es el precio del progreso. ¿Pero a qué dios me estoy sacrificando cuando me atropella una bicicleta? ¿Exactamente qué gana una ciudad, en términos de tiempo ahorrado, eficiencia, o lo que sea, con una horda de gengis khanes a dos ruedas? No me importaría si fuera un uso recreativo, restringido a ciertos sitios o paseos, pero es que andar se está convirtiendo en un campo de minas.
Ya es molesto ver media acera invadida por mesas de bares, que ahora la otra mitad puede ser la pista de patinaje de un biciclista. ¿Y todo esto por qué? ¿Lo necesitaba la ciudad? No. ¿Es que antes de ir en bici la gente no sabía desplazare o usar el transporte público? No. ¿Pues por qué? Pues por esto, en una palabra, en una imágen, y en una recomendación de libro a la vez:
Pogre. Esa es la palabra.
Actualizactión (14/02/2016): el accidente de Muriel Casals no fue un mero accidente, hoy a muerto por las consecuencias del mismo. Descase en paz.
“Lo de Barcelona con las bicis no es normal….”. ¡¡¡Noooooo!!! [imagen estirándose de los pelos] ¡¡¡Barcelonacentralismo!!! En provincias tenemos exactamente el mismo problema, como acredita el agudo cronista de la ciudad.http://www.diaridegirona.cat/opinio/2016/02/02/martir-muriel/765540.html
Bromas aparte: la ciudad no está preparada para los ciclistas y los ciclistas no están preparados ni para la ciudad ni para los peatones. Como conductor, cuando voy a Barcelona, tengo pánico en cualquier giro donde veo carril-bici, por temor a llevarme por delante cualquier bicicleta que haya quedado medio agazapada entre el tráfico. Y pánico en cualquier calle donde veo que bicis y peatones comparten espacios. Un desastre, vaya.
LikeLike
“Potser ara que un ciclista ha atemptat contra el procés i contra la cultura catalana…”
Jajajaj, ok, tengo que leer más los diarios de “provincias”
LikeLike
Pingback: ¿Qué ha conseguido el Procés™? – The Frisky Pagan